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  • Ma. Catalina Jiménez

ALFONSINA STORNI, LA POETA DEL MAR: EN LA LUZ Y LA OSCURIDAD.

Podríamos empezar por lo fácil: “Tú me quieres alba, / me quieres de espumas, / me quieres de nácar. / Que sea azucena / sobre todas, casta. / De perfume tenue. / corola cerrada”

Mar del Plata, 22 de marzo de 1924

Alfonsina Storni nació un 29 de mayo de en 1892, en un pueblo de Suiza, muy cerca del límite con Italia. Aprendió a hablar en italiano. Cuando tenía cuatro años, sus padres, que habían emigrado por primera vez varios años antes, volvieron a Argentina, a San Juan. En 1901 se mudaron a Rosario, donde tuvo que dejar la escuela y empezar a trabajar. Primero lavando los platos en un café que abrieron sus padres, luego como costurera. Hasta que entró en una compañía de teatro. Esto le permitió viajar por gran parte del país y la preparó para cuando le tocara recitar sus poemas años después en las tertulias poéticas de las que participaría. Cuando regresó de la gira empezó a estudiar para ser maestra rural.


Su primer poema publicado se tituló Anhelos y empieza: “Bajo el ombú, que eleva majestuoso / su verde copa en la lanosa pampa/he sollozado un día los recuerdos/que viven en el alma”


En 1911 se mudó a Buenos Aires y en 1912 tuvo a su hijo: Alejandro Alfonso Storni, fruto de una relación con un hombre casado, que no se hizo cargo. En ese momento, Alfonsina trabajaba como docente y columnista. Escribir y enseñar le daban independencia económica y la independencia económica, poder de decisión. Pero no era tan fácil, Alfonsina llega a Buenos Aires con apenas diecinueve años y tiene que enfrentarse al mundo en su condición de mujer soltera con un hijo.


“Yo soy como la loba, / Quebré con el rebaño / Y me fui a la montaña / Fatigada del llano”


Como periodista escribió sobre feminismo y política. Dejó de lado las recetas y los consejos sobre feminidad para hablar sobre los temas que le importaban y que creía necesarios para que algo cambiara. Fue una de las primeras impulsoras del voto femenino en Argentina e intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores.


En sus poemas habitan la luz y la oscuridad, como las dos caras de una misma moneda.. A pesar de las metáforas, siempre dijo abiertamente lo que pensaba, no calló sus ideas por muy disruptivas que fueran y en 1916 publicó La inquietud del Rosal, su primer poemario. En 1918, El dulce daño y 1918, Irremediablemente.



Siguió escribiendo y publicando hasta el año de su muerte y, a pesar de ser un peligro para el sistema de la época, logró entrar en el círculo literario compuesto prácticamente en su totalidad por hombres. Fue íntima amiga de Horacio Quiroga. De a poco sus escritos y su figura empezaron a cobrar relevancia, pero llegado un punto la mirada ajena la agobió, por lo cual decidió viajar a Europa en busca de un cambio de aires.



En 1935 la operaron de un cáncer de mama. Creyeron que era un tumor benigno pero tenía ramificaciones. Esto generó que la depresión que la había acompañado toda su vida se incrementara y empezó a alejarse de los círculos que frecuentaba. Dos años más tarde, el suicidio de Quiroga solo hizo que la situación empeorara aún más.


En 1938, Storni decidió terminar con su vida. Antes escribió Me voy a dormir, poema que envió a La Nación. Tomó un tren a Mar del Plata, le escribió una carta a su hijo y se lanzó al mar.


Según Gabriela Mistral, Alfonsina Storni es la clase de poeta que nace cada cien años. “Alma que puede ser una amapola, / Que puede ser un lirio, una violeta, / Un peñasco, una selva y una ola”.

Fue una poeta única sí, pero por sobre todo valiente, porque la poesía no admite cobardía y Alfonsina Storni se mantuvo fiel a sus versos.

Y, cómo no, podríamos terminar por lo obvio: “Habla con los pájaros / y lévate al alba. / Y cuando las carnes / te sean tornadas, / y cuando hayas puesto / en ellas el alma / que por las alcobas / se quedó enredada, / entonces, buen hombre, / preténdeme blanca, / preténdeme nívea, / preténdeme casta”.


 

Grabar una voz para que permanezca en el tiempo.


Gabriela Borelli, en el Archivo General de la Nación, reflexiona sobre uno de los pocos registros sonoros que existen de Alfonsina: Escucho la conferencia que Alfonsina Storni dió en 1938 en Montevideo. Fue invitada junto a Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou a un encuentro de verano el 27 de enero. La conferencia se llamó Una charlilla apurada pero el texto que lee tiene uno de los nombres más modernos Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj. Es una autobiografía intelectual en la que Storni cuenta cómo se hizo poeta. Recuerda el primer libro que escribió mientras trabajaba en una oficina en el centro de Buenos Aires: lo escribí para no morir, la escucho decir.


Podés escuchar el audio acá

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