- Caterina Calcagno y Florentina Gajate
EL NERVIO ÓPTICO, UNA RUTA DE ARTE EN BUENOS AIRES.
18 Día Internacional de los Museos.
El Día Internacional de los Museos es un evento coordinado por el Consejo Internacional de Museos (ICOM) dell que participan cada vez más países. El ICOMpone de relieve un tema diferente cada año, temas que están en el centro de las preocupaciones de la comunidad de los museos. En 2012, el cartel oficial del DIM fue traducido en 38 idiomas.
En Argentina tenemos museos reconocidos a nivel Internacional que albergan la obra de grandes artistas que marcaron nuestra historia. Son punto de interés de turistas de todo el mundo y son, para muches, un lugar de refugio en la ciudad.
Lo increíble de los museos es como a través de estímulos visuales pueden transportarnos a otras realidades y desbloquear emociones en cada une de les espectadores. Lo que logra lo visual se podría comparar con lo que se genera a través de un relato literario ¿y si sucedieran los dos al mismo tiempo?. En El nervio óptico, María Gainza nos abre la puerta a esta posibilidad. A lo largo de once capítulos entrelaza cuadros y artistas con la vida de la protagonista, una mujer de la clase alta de Buenos Aires donde la pasión por el arte está presente desde que es chica. Es una novela que puede ser leída desde distintas funciones del lenguaje, siendo la poética a quien se le concede la supremacía, sin anular lo referencial debido a que la Ruta del Arte que ella misma arma, se puede usar actualmente como guía (abajo está detallada para que ustedes también pueden hacerla). dicho esto, se podrá leercomo once cuentos u once ensayos de arte. Greco, Rousseau, Toulouse-Lautrec, Cezanne son algunos de los artistas que cobran vida en cada página.

La autora no solo nombra piezas de arte sino que las describe para que le lectore pueda sentirse parte haciendo hincapié en la forma en que la protagonista se encuentra frente a ellas : “Esta vez mi encuentro con Dreux fue fulminante, lo que A. S. Byatt llamaría the kick galvanic. (...) Apenas verlo, empecé a sentir esa agitación que algunos describen como un aleteo de mariposas pero que a mí se me presenta de forma bastante menos poética. (El nervio óptico, M. Gainza”. En cada relato encontramos una anécdota personal, una imagen increíble y un dato anecdótico sobre el artista.
Hacer un listado de las obras que aparecen en el relato nos da como resultado tres Museos ubicados en la ciudad de Buenos Aires. Entre el Museo Nacional de Arte Decorativo, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo Histórico Nacional se encuentran repartidas las once obras que entrelazan cada capítulo de la vida de la protagonista.
La ruta que traza nuestra protagonista sigue vigente y hoy en el día internacional de los museos compartimos una guía para conocer las obras que ilustran El nervio óptico.
Aclaración*
[Al igual que en la novela, el Museo Histórico Nacional actualmente no tiene exhibida la muestra de Cándido Lopez.]
Primera parada: Museo Nacional de Arte Decorativo.
Av. del Libertador 1902. Miércoles a domingo de 13 a 19 hs.
El ciervo de dreux.
Museo Nacional de Arte decorativo
Esta vez mi encuentro con Dreux fue fulminante, lo que A. S. Byatt llamaría the kick galvanic. (...) Apenas verlo, empecé a sentir esa agitación que algunos describen como un aleteo de mariposas pero que a mí se me presenta de forma bastante menos poética.
Hubert Robert.
Museo Nacional de Arte decorativo
Solo estuviste frente a un Hubert Robert en el Museo Decorativo. Lo encontraste en un pasillo angosto, casi secreto, del segundo piso. Es un lienzo flaco y vertical que muestra a un grupo de jóvenes en ronda bajo las ruinas de lo que alguna vez fue un templo griego. Mires a donde mires en esa pintura, el templo derruido, el árbol seco, el burro hambriento, todo anuncia el final. Solo el juego funciona como distracción momentánea.
Segunda parada: Museo Nacional de Bellas Artes.
Av. Del Libertador 1473. Miércoles a domingo de 11 a 20 hs.
Autoretrato Foujita.
Museo Nacional de Bellas Artes
Si uno mira esos autorretratos, todo lo que la figura de Foujita no dice lo revela la figura del gato: los nervios, la ansiedad, el hambre por ser reconocido.
Mar Borrascoso, Courbet.
Museo Nacional de Bellas Artes
El cuadro se llama Mar borrascoso y está en el Museo Nacional de Bellas Artes. (...) Es un óleo realizado en 1869 y mide casi un metro por un metro, el tamaño justo para colgar sobre la chimenea, si tuviera una. ¡Qué lindo ver arder un fuego debajo de ese mar! Cada vez que miro Mar borrascoso algo se comprime dentro de mí, es una sensación entre el pecho y la tráquea, como una ligera mordedura.
En observación, M. Fabre.
Museo Nacional de Bellas Artes
Entonces lo ví: tenía el tamaño de una carpeta oficio, se llamaba En observación y era de Henri de Toulouse-Lautrec. ¿Qué tenía de especial ese cuadro? Tenía caballos. Aún hoy, el tema es lo primero que veo y lo primero que dejo de ver.
Un Rothko rojo.
Museo Nacional de Bellas Artes
Frente a Rothko, una busca frases salidas de un sermón dominical pero no encuentra más que eufemismos. Lo que uno querría decir en realidad es “puta madre”. (El nervio óptico, M. Gainza; 92.
Retrato de mi padre, Rousseau.
Museo Nacional de Bellas Artes
Fuera de exhibición
(...) Pero hay otro Rousseau, más apegado al paisaje de su ciudad, el hombre fascinado por las máquinas de volar. En muchas de sus pinturas pequeñas surcan el cielo globos, zepelines y aviones; las naves siempre se ven desde la tierra, salvo una excepción. Se llama Retrato de mi padre y está en el Museo Nacional de Bellas Artes. Por la forma elongada del cuadro, por las nubes a la altura de nuestros ojos, por el aura romántica que impregna la escena, parece pintado en las alturas, en un viaje vertical en globo aerostático.
La niña sentada, Augusto Schiavoni.
Museo Nacional de Bellas Artes
Lo que yo deseaba corroborar era si estaba viendo visiones o no. Para eso necesitaba al presunto arquitecto: quería un testigo, porque de golpe estaba convencida de que la chica del cuadro era igualita a mí. Así era yo a los once años, los ojos separados, helados como la punta de una aguja, la carita de mal humor, la quijada jactanciosa. (...) Éramos ella y yo. La seducción de reconocerme fue clave, no voy a negarlo, esa chica me provocaba infinitos sobornos de ternura, quería correr a abrazarla.
El Greco, Jesús en el huerto de los olivos.
Museo Nacional de Bellas Artes
Siento debilidad por este cuadro. No es su tema lo que me atrae, de hecho apenas sé de qué va la escena, sino la forma en que todo parece suspendido. Su fuerza gravitacional funciona al revés: algo tira a las figuras hacia arriba, las aspira hacia las nubes, tal como ascendían las burbujas en las lámparas de lava de mi adolescencia. Siempre pensé que la manera correcta de mirar esa pintura era hacer la vertical, olvidarse de la figuración, apreciar la sensualidad escandalosa de la pincelada que desparrama el óleo.
Tercera parada: Museo Histórico Nacional.
Defensa 1600. Miércoles a domingo de 11 a 19 hs.
Los 32 de Cándido Lópes.
Expo cerrada
Los 32 Cándidos no están más. Definitivamente estoy mal equipada para afrontar la realidad; soy un ejército de uno que, a metros nomás del enemigo, se da cuenta de que olvidó su bayoneta.