- Julia Villanueva y Carolina Hernando
SEXUALIDAD*
¿Por qué "sexualidad*"?
El asterisco intenta desmarcar a la sexualidad de su simbología más carnal y plasmar una visión más amplia e integral que abarca tanto aspectos biológicos como psicológicos, sociales, afectivos y éticos.

La deconstrucción de la sexualidad: las piezas no encastran como está estipulado que suceda, corre el pensamiento de la continua búsqueda de nuestra “media naranja”, porque no todes encajamos y nunca vamos a encajar completamente, tampoco tenemos por qué perseguir nuestra pieza de encastre: ya somos.
La sexualidad se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Sin embargo no fue siempre así, tradicionalmente la sexualidad estuvo ligada a la genitalidad, dejando marginado el campo emocional y cognitivo. Es por esto que durante mucho tiempo solo fue terreno de estudio de disciplinas y asignaturas como la biología y la medicina.
Hoy, gracias a los avances sociales propios de la época revolucionaria que transitamos, tenemos una visión más amplia e integral que abarca tanto aspectos biológicos como psicológicos, sociales, afectivos y éticos. No podríamos pensar o entender la sexualidad sin incluir infinitas variables como la expresión de sentimientos y de afectos, la promoción de valores relacionados con el amor y la amistad, la reflexión sobre los roles y funciones atribuidas a los diferentes géneros, la diversidad sexual, los vínculos sexo-afectivos, el deseo y las fantasías. Acá es cuando entran en juego infinitas áreas de estudio, la psicología en mi caso. Y quienes ejercemos en los distintos campos de estudios hoy nos permitimos comenzar a habitar un espacio de reflexión, de pensamiento y de estudio en relación a la sexualidad que antes parecía no pertenecernos. Antes, la doctrina nos excluía.
Todes somos, sentimos, pensamos y hacemos de manera diferente, e incluso podemos ser, pensar, sentir y hacer de distinta manera a lo largo de nuestras vidas. Y la sexualidad no queda exenta de esa dinámica, al contrario: se piensa en términos de fluidez y de vivencia singular.
Desde el 2006 existe la ESI, la Ley de Educación Sexual Integral, que nos provee el derecho a recibir información acerca de la sexualidad en los tres niveles de escolaridad. Sin embargo, ya somos muchas generaciones las que vivimos su casi nula aplicación. Es importante recalcar su vital y urgente responsable aplicación ya que los espacios de enseñanza y aprendizaje que promueven el cuidado del cuerpo y la salud, la valoración de la afectividad y el respeto por la diversidad, hacen la diferencia a la hora de desarrollar actitudes responsables ante la sexualidad de todes.

Mejor hablar de ciertas cosas.
La sexualidad atraviesa la mayor parte de los aspectos de nuestra vida: de lo biológico a lo cultural, y el solo hecho de hablar de ella inviste un aire de transgresión, ante todo, porque durante mucho tiempo fue silenciada y reprimida.
Los discursos que más circulan, ahora en menor medida, por suerte - o más que suerte, por las cada vez más visibilizadas educación sexual y perspectiva de género- son los que adoctrinan y que regulan, que dejan plasmado lo que nos enseñaron: que “mejor no hablar de ciertas cosas”; pero empezamos a poner en palabras aquello silenciado, empezamos a nombrar, a visibilizar, y decidimos que queremos desterrar de la clandestinidad todo aquello relacionado a la sexualidad. Influencers como @lic.ceciliace, @gineconline y @sol_despeinada vienen empujando desde las redes este sublime acto de poner en palabras, de transmitir y educar desde una perspectiva no sexista.
Estamos presenciando un momento histórico en la lucha por los DD.HH de las mujeres y personas con capacidad de gestar. El Congreso está debatiendo el proyecto de IVE.
El debate por el aborto es infinito, lo que me convoca hoy es pensar en los miedos que conlleva. Un miedo que se vive, hasta ahora y en la mayoría de los casos, en soledad. Miedo al rechazo, a los prejuicios, al futuro, a la pena, a la muerte. Está tan romantizado el embarazo y tan invisibilizado el aborto que los miedos no tienen lugar, dejando así un terreno fértil para las angustias y síntomas.
Desde el 1921 el aborto está en el código penal argentino, conllevando así todo un historial en relación a lo ilegal, a lo delictivo, a lo que está mal y debe ser penalizado, castigado. Las consecuencias psíquicas de transitar situaciones vinculadas a un embarazo no deseado o a un aborto -ya sea solo pensar en la posibilidad llevarlo a cabo o que lo haga una amiga-, tienen una connotación cargada de miedo, de terror y de ocultamiento. Todo lo que se oculta y se reprime va a encontrar la manera de expresarse, y tal vez no de la mejor forma.
Entonces, ¿qué lugar queda para el goce, para el placer? ¿dónde escondemos todos estos miedos y preocupaciones? ¿cómo vivimos nuestra sexualidad si está colmada de peligros?

Desandar los mandatos.
Espero no sea universal, pero en mi paso por un jardín de infantes me tocó ver una larga hilera de cochecitos rosas con bebes de juguetes, uno detrás del otro, como los del supermercado, esperando a quien los elija. Mi cara no pudo evitar hacer expresiones raras, y pensar exageradamente ¿estoy en una fábrica de madres?
Esta escena me llevó a pensar en uno de los tres mitos forjados durante la época moderna para legitimar la inferioridad de la mujer: mujer=madre, la pasividad erótica femenina y el amor romántico. En conjunto, los tres mitos dan significaciones imaginarias respecto de lo femenino y lo masculino.
El primero, mujer=madre sostiene que es condición de mujer ser madre, siendo la maternidad lo que la completa. La forma de subjetividad que reproducen dichos mitos no es algo inherente a un ser femenino, sino una construcción socio-histórica de su lugar subordinado en la sociedad. Se nos otorga una posición de pasividad sexual, donde las mujeres buenas o malas, se diferencian en si responden a la conyugalidad o al sexo. Por último, según el amor romántico, la mujer lleva a cabo sus tareas domésticas y de crianza por amor, no siendo necesaria la retribución salarial.
El mito madre=mujer es uno de los que tenemos más naturalizados. Condicionando nuestra libertad, el poder elegir. De niñas los deseos se nos van modelando para que se ajusten a dichos mitos y mandatos sociales. Simone Beauvoir señala que no hay ningún instinto maternal innato y misterioso, sino que a las niñas nos enseñan a través de relatos oídos y libros leídos que el cuidado de los niñes le corresponde a la madre, y durante toda su pequeña existencia, nos dan muñecas para que ya adoptemos un aspecto tangible.
“Su «vocación» le es dictada imperiosamente”
Detrás de la movilización por la legalización del aborto hay muchas luchas, una tiene que ver con nuestra libertad de elegir. No queremos que nuestro destino sea escrito de antemano, buscamos poder deconstruir estos mitos que nos marcan el camino “esperado” para cada una de nosotras.
Hoy es ley. La maternidad será deseada o no será.